viernes, mayo 03, 2013

TURNER Y LOS MAESTROS


La Tate Gallery se unió al Museo del Prado y a la Reunión de Museos Nacionales franceses (RMN) para presentar, primero en Londres, a partir de mañana en París y este verano en Madrid, una visión similar y/o levemente diferente de William Turner (1775-1851), precursor de insospechadas modernidades.
Un artista británico que siguió tan a rajatabla la regla número uno de su época: “imitar a los grandes maestros del pasado”, que se convirtió en uno de los más audaces padres del impresionismo y la abstracción.
La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 24 de mayo con el título “Turner et ses peintres“ (Turner y sus pintores). No exactamente el mismo con el que podrá verse en Madrid del 22 de junio al 19 de septiembre próximo, “Turner y los maestros”.
Sin duda, el Grand Palais podría difícilmente recurrir a ese mismo enunciado tras el apabullante y reciente éxito, también mercado-técnico, de “Picasso y los maestros” (783.352 visitantes del 6 de octubre de 2008 al 2 de enero de 2009).
El enfoque parisino revela además un matiz especial dentro de esta triple exhibición que es ante todo el “fruto del trabajo de más de 50 años de los investigadores de Turner, muchos de ellos ya muertos”, explicó el comisario francés, Guillaume Faroult. Gracias a ellos “sabíamos perfectamente qué cuadros vio Turner y qué cuadros le inspiraron”, también “sabíamos donde estaban, pero la dificultad era conseguir los préstamos”, añadió el conservador del Museo del Louvre, una de las instituciones que gestiona la RMN.
En sus grandes líneas, agregó Faroult, la exposición “fue concebida en Londres”, luego cada cual desarrolló su propia visión en París para plasmar “el encuentro del artista con el Louvre y con los artistas franceses contemporáneos suyos, en especial en lo que concierne al paisaje”.
Búsqueda que llevó a mostrar “lo que los maestros aportan a la modernidad”, pues en cierta forma, Turner “quiso conciliar la belleza clásica con los elementos de la modernidad, que son los que consisten en representar la atmósfera, la luz, el movimiento y la velocidad”, explicó Faroult.
El pintor británico lo hizo “principalmente gracias a su técnica, con una factura muy visible”, donde la pintura “es muy espesa y se ven mucho los colores directamente echados sobre la tela”, aplicados sin particular dulzura y con relieve, a diferencia de cómo hacían los maestros antiguos, subrayó. Lo que quería Turner era “hacer visible la pintura con su materialidad, su peso, su consistencia y su textura”.
No fue el único en utilizar esa técnica, pues muchos pintores ingleses trabajaban ya con ella algunos fragmentos de sus cuadros, pero, resaltó, sí fue el primero en llenar con ella toda una obra. Respecto de las principales influencias francesas, Faroult resaltó ante todo dos, Lorena (1600-1682) y Poussin (1594-1665), aunque precisó que trabajó igualmente sobre Watteau (1684-1721) y otros artistas como Gericaux (1791-1824), “cuyo “Radeau de la Méduse’ pudo ver en Londres y del que hizo una variación”, ausente de París y que tampoco pudo verse en Londres.
En relación con la exposición de la Tate, la gran diferencia será una mayor ausencia de maestros holandeses que también impregnaron la creatividad de Turner, y la existencia de más pinturas al óleo y menos acuarelas, explicó.
Faroult dijo ignorar cuál será el enfoque que se le dará en el Prado, que prestó al Grand Palais dos “Moisés salvado de las Aguas”, uno de ellos de Lorena, el otro de Veronese (1528-1588), una de las grandes influencias italianas de Turner. El comisario francés recordó que el gran viajero Turner no visitó nunca España ni se conoce de momento “una relación directa de España en su pintura”. Consideró, sin embargo, interesante “hacer una arqueología de lo que pudo ver” para saber si este contemporáneo de Francisco de Goya estudió la pintura española “que en su época comenzaba a ser descubierta por los pintores ingleses”.
Es un tema que “no ha sido estudiado hasta ahora y que tampoco está documentado”, pues como no fue nunca a España no hay nada en sus notas ni en sus numerosos cuadernos, llenos de croquis y reflexiones sobre sus lecturas y sobre los cuadros que veía, añadió Faroult.
Turner y sus maestros
“El incendio del Parlamento”, de J.M.W. Turner.

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