martes, septiembre 10, 2013

JMW TURNER

El pintor que quiere ganar fama en su arte procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe, y de esta regla corre por todos los demás oficios. CERVANTES
Paz - Entierro en el Mar - 1842La doble cara atribuida al mar de amigo generoso y enemigo implacable ha sido, en todos los tiempos, fuente de inspiración de muchos artistas que buscan, no sólo en sus aguas sino en todo lo que le rodea, la variedad de imágenes que brindan tanto un mundo de belleza, riqueza, emoción y placer, como de peligro, incertidumbre, muerte y dolor. El océano tiene tal fuerza de persuasión o de ambientación que empapa de su peculiar sabor a todos los que se relacionan con él; no en vano en su inmensidad sobrecogedora está el origen de nuestra vida y del mundo en el que habitamos. Al contrario que el paisajista, el marinista no puede repetir su visión sobre un fondo siempre cambiante, ni tiene el recurso de incluir una casa o un árbol en primer plano, por lo que debe pintar la mar en bandas alternativas de luz y sombras: los holandeses comenzaron a destacar el primer plano con botes o pescadores; Van de Velde el Joven, rompió la línea del horizonte con una nave en la lejanía, lo que tuvo buena acogida entre otros marinistas como Turner, condicionados en su obra por clientes muy exigentes con los detalles. Para los británicos, la llegada de los Van de Velde supuso la entrada en las islas del espíritu de un arte que vivía su época dorada nada menos que con Rembrandt, Vermeer, Franz Hals, junto con Van Goyen, Ruisdael, Cuyp, Van de Capelle y otros grandes marinistas. Éste hecho supuso el nacimiento de una escuela, que tuvo un dilatado y floreciente periodo, alentada por la vocación marinera inglesa.
IncendioHasta fines del siglo XVIII, la pintura marítima era demandada por gentes afines a ésta actividad, y se centraba en retratos de buques y acciones de guerra; pero, a partir de este momento, coincidiendo con el romanticismo, hizo su entrada el paisaje marino, de la mano de algunos artistas que lo tomaron como tema central de su obra; y es el tiempo en que Joseph Mallord William Turner (1775-1851) se alza en el pináculo de tal especialidad. Considerado como uno de los mejores paisajistas de la historia del arte, el mar fue el tema principal de su obra. Llegaba incluso a mandar que lo amarraran al palo de su barco, para captar los detalles de la mar embravecida y del cielo de tormenta. Sobre la influencia que tuvieron sobre él los marinistas holandeses, se cuenta que Francis Egerton, tercer duque de Bridgewater, le encargó un cuadro que hiciera pareja con una obra de Van de Velde el Joven, Un temporal en ciernes. Y la respuesta de Turner fue Barcos holandeses en un temporal.
Turner zarpa de Londres con rumbo a museos del mundo
William Turner - AutoretratoDurante varios meses, los cuadros de Turner han podido contemplarse en las principales pinacotecas del mundo, lo que ha permitido que se haya podido disfrutar de su pintura a través de una gran exposición viajera, dedicada a este pintor británico, uno de los maestros más reconocidos del arte universal y, uno de los pintores marinistas más destacado de todos los tiempos. Una anécdota del escritor John Ruskin -íntimo amigo de William Turner- refleja muy bien el estilo personal del pintor. Al parecer, un crítico recriminó al artista porque éste no reflejara los ojos de buey de unos barcos en una de sus pinturas. A lo que Turner replicó que, en el momento en el que él había pintado el cuadro, los barcos se encontraban a contraluz y, por tanto, los ojos de buey no eran visibles. Contrariado, el crítico argumentó: de acuerdo, pero sabe usted bien que los barcos tienen ojos de buey. Entonces Turner respondió: Sí, pero yo me dedico a pintar lo que veo, no lo que sé.
Una tercera parte de sus óleos tienen por tema central el mar y sus orillas, y la vertiente marinera de su arte adquiere aún mayor importancia si contamos también sus acuarelas y grabados. Turner inició su carrera con el envío de su primer óleo a la Royal Academy: Pescadores en el mar, una pintura ambiciosa, muy lograda, y un claro intento de igualar a los maestros en los que se inspiró. Aparte de basarse en sus antecesores, quiso adquirir experiencia directa del mar, con el que tuvo un primer encuentro durante una visita al puerto de Margate y, en 1790, viajó a la isla de Wight, lo que le proporcionó las ideas básicas para la que fue su primera obra. Las guerras napoleónicas, dieron a Turner una idea clara de la importancia que tenía para Gran Bretaña el dominio del mar, avivando sus sentimientos patrióticos en los temas de sus lienzos y resaltando las hazañas de sus marinos. Tres de sus grandes obras, las dedicaría al triunfo de Nelson en Trafalgar.
Ulises burlando a PolifemoLa vida de Turner coincide con la irrupción del Romanticismo, lo que supone un cambio radical en la actitud de los artistas hacia el mar, que comienza a verse como una fuerza de la naturaleza capaz de suscitar sobrecogimiento, respeto y temor: impresiones que se mantendrían hasta aproximadamente 1830, habiéndose iniciado el proceso de cambio cuando, a finales del siglo XIX, por primera vez se pregonaron los efectos saludables de los baños de mar, lo que Turner pudo comprobar durante sus frecuentes visitas a las localidades balnearias de Margate y Brighton.
Respecto de su forma de representar las figuras de las naves, hubo expertos navales que, con frecuencia, se mostraron muy críticos, a pesar de que el artista se esforzaba por precisar en su obra los detalles de los mismos, lo que le llevó a adquirir planos, instrumentos y modelos de barcos en los que inspirarse. Material conservado en la actualidad que revela su fascinación por el mar, las costas, los barcos, los uniformes y la actividad de los marinos. Al poco tiempo de aparecer los buques a vapor incorporó sus figuras a sus lienzos, aunque hasta 1842 no los hizo objeto central de los mismos. Los naufragios y la pérdida de vidas humanas en el mar fueron temas permanentes en sus pinturas.
Un testamento no respetado
Gran Canal de VeneciaHaciendo una selección de sus principales cuadros, en los que el mar y los barcos fueron su tema central, podemos iniciarla con la que es considerada como su pieza maestra: “El Temerario remolcado a dique seco”, pintado en 1839, depositado en la National Gallery de Londres. En el año 2005, el Temerario fue escogido como el mejor cuadro inglés, en una votación pública organizada por la BBC. El lienzo de Turner es una visión insólita de los protagonistas del mar, pues en vez de mostrar un glorioso navío en su máximo esplendor y plenitud, el pintor rinde homenaje al valiente Temerario, describiendo el último pasaje de su vida; su viaje hacia el desguace, en el que la puesta de sol y la luna creciente son los elementos claramente simbólicos que marcan el final de su vida. Paz - exequias en el mar (1842, Londres, Tate Gallery), está dedicado a la memoria del pintor y rival de Turner, Sir David Wilkie. A bordo del vapor que le traía de regreso de su viaje a Palestina, el 1 de Junio de 1841 fallecía Wilkie, gran amigo y colega de Turner. Llegado al puerto de Gibraltar, el navío se ve obligado a seguir su camino al no poder atracar ante el temor de las autoridades por la peste desatada en el Próximo Oriente, por lo que el escocés es sepultado en el mar. Como homenaje a su amigo, Turner pinta la escena. Como contrapunto, el británico mostró magistralmente el poder violento del mar, como en 1840, lo hiciera en el Barco de Esclavos. El amanecer con monstruos marinos (1845, Londres, Tate Gallery) es una de las obras de su última etapa. Las formas de los monstruos apenas son perceptibles en medio de la omnipresente atmósfera marina. La cualidad casi divina de la luz refleja las teorías de Turner de considerar el sol como el centro de toda vida. Algo parecido a lo que ocurre en Un yate acercándose a la costa (1845-50, Londres, Tate Gallery).

William Turner - AutoretratoTurner no sólo quiso subrayar la importancia de los temas marinos en su arte, sino que había algo en su carácter y en su presencia física que inducía más a tomarle por un experto marino que por un pintor, hasta el punto de que compró una casa en Chelsea, en la que vivió una larga temporada con Sophia Boot, haciéndose pasar por almirante retirado. En 1850 expuso por última vez en la Royal Academy. Enfermó en Octubre de 1851 murió el 19 de diciembre de ese año, en este lugar, a la edad de 76 años. En su testamento legaba a la nación inglesa sus cuadros finalizados, con la condición de que, tras su fallecimiento, en el plazo de diez años se construyese un museo Turner para albergar la colección. De lo contrario, los cuadros deberían ser vendidos. No se construyó el museo ni se vendieron los cuadros y, tras más de un siglo de indecisiones, el legado Turner, constituido por 320 óleos y más de 19.000 acuarelas y esbozos que había en su estudio tras su muerte, se ha recopilado y expuesto en un edificio anexo a la Tate Gallery, conocido como Clore Gallery, que fue inaugurado por la reina Isabel II en Abril de 1987. Y de allí, y de otras pinacotecas, estos meses pasados han viajado a los principales museos del mundo, en donde Rubens, Velázquez y Canaletto, entre otros muchos, dieron una calurosa bienvenida a los lienzos cargados de poesía visual, obra del hijo de un barbero que se convirtió en un genial pintor.
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