TURNER
Aunque presentimos la fuerza con que Turner irrumpió en la pintura de su tiempo desconcertando a sus contemporáneos, y aunque la vitalidad de sus cuadros nos atrae inmediatamente, el auténtico alcance de su proyecto excede de toda explicación. En las obras que expuso en los últimos veinte años de su vida solo se veía clara una cosa: que , en sus manos, el modelo de imaginación convencional ofrecido por el arte experimentaba una metamorfosis cuyas consecuencias eran incalculables. Eso le emparenta con toda una “familia de ambiciosos” que intentaron a través del arte alcanzar lo imposible, desde Miguel Angel y cézanne hasta Rothko o Smithson. Aun sabiéndole dueño de unan de las trayectorias más coherentes de la historia de la pintura, seguimos estando lejos de acostumbrarnos a Turner.
¡ Jabonaduras y encalados! ¿Y qué harían ellos? Me pregunto si saben cómo es el mar”
Turner
La belleza del fuego
Por su carácter destructivo, por su cromatísmo incandescente, por su movilidad impetuosa, el fuego, unido al agua, tenía todas las cualidades para atraer a Turner. Ese mundo se hizo real una noche de octubre, en que se descandenó un gran incendio en Londres, que consumió en llamas el viejo Parlamento. Es un episodio capital en la vida del pintor, que en su cuaderno de notas dejó plasmado el escalofrío del acontecimiento que se desarrolló ante sus ojos. Esas notas que Turner recogió en pocos minutos contienen lo esencial del proyecto turneriano…aislar unas cualidades de la pintura y demostrar que podían bastarse a sí mismas.
La imaginación del desastre
El incendio del Parlamento liberó en turner un potencial fantástico haciendo caer la frontera, nunca cruzada por ningún pintor, entre realidad y fantasía. El tema revela su gusto más personal, la visión de la Naturaleza en sus estados catastróficos: incendios, temporales en el océano, aludes de nieve, inundaciones y avalanchas. En sus
obras, aquella no responde a lo ya conocido: no tiene nada que ver con el paisaje como género, ni como escenario de la vida, es una Naturaleza sin geografía ni historia, que solo le interesa en tanto puede atrapar sus energías elementales- el Génesis, el Apocalipsis. el Ediluvio -, de ahí la abundancia en imágenes y huellas del movimiento,
pues era muy sensible a la capacidad cinética de la pintura: remolinos, torrentes, llamaradas. Esta sensibilidad ante el heroísmo atormentado de la naturaleza le hermana con el titanismo visionario de los poetas románticos ingleses.
Blanco y oro
Turner y un pequeño grupo de seguidores adoptaron el nombre de White Painters, por haber excluido de su paleta los tonos marrones y negros de los paisajistas de la tradición y recurrir al blanco, sobretodo para los efectos atmosféricos y acuáticos.
Un crítico comparó su toque característico con un pincel de nieve, y en sus cuadernos de notas el blanco constituye una preocupación esencial, por ser un color que trasciende el espacio. Pero su especial obsesión, como la de Van Gogh, fué el amarillo. Ya sea amarillo azufre, amarillo limón, y no importa que vire hacia rosa o aslanaranjado, siempre actúa como un contrapunto. Esa obsesión quizá fué infundida por su admiración por Claudiode Lorena, aunque Turner pone sus amarillos al servicio de una visión trágica de la naturaleza. Para él, el amarillo no es un color, es una categoría…es el color de la exasperación, del vértigo sin respuesta.