viernes, junio 07, 2013

JMW. TURNER

"The Slave Ship" , en Turner , pintado en 1840.
El barco de esclavos
El barco de esclavos
William Turner , un artista del Romanticismo , pintó "El barco de esclavos", inspirada en la historia de la nave Zong, que hizo el viaje desde África a Jamaica en 1783. Una enfermedad transmitida por las sentinas del barco, y algunos esclavos estaban en riesgo de muerte. El seguro cubre las muertes en el mar, pero no esclavos de la enfermedad. Temeroso de perder el dinero, el capitán se hunde en las bodegas de la nave y selecciona todos los esclavos con los síntomas de la enfermedad. Los echan en el mar, las muñecas y los pies encadenados, con el fin de recibir el dinero del seguro. 132 son esclavos, hombres, mujeres y niños. El Mar Caribe está lleno de tiburones, y muchos de los esclavos se rompen. Los tiburones escapan ahogan.
Este caso, por descubrir, escandalizó a la sociedad Inglés de la época, y movilizó a los debates sobre los derechos humanos, que culminaron con la liberación de los esclavos.Cuando Turner pintó este "barco de esclavos", 60 años después del hecho, la abolición de la esclavitud en Inglaterra ya es un hecho. Pero no en el resto del mundo, donde el comercio de africanos sigue siendo una actividad muy rentable. Turner quiere que la historia de la nave Zong esclavo tocará el planeta, de la misma manera que conmocionó Gran Bretaña. El trabajo tiene por lo tanto un panfletario propósito claro. Pero, ¿cómo transmite su mensaje de Turner es absolutamente único.
Rechazado por los críticos de la época, la obra fue considerada caótica y oscura. Turner fue acusado abiertamente de la locura. Como su madre fue ingresada en un hospicio, años antes, todo el mundo pensaba que William seguiría el mismo camino, la falta de claridad.Hoy en día, "Slave Ship" es considerada por muchos como la pintura Inglés más importante del siglo XIX.
Consideraciones sobre la nave auxiliar de trabajo:
• Las pinceladas: Turner no buscó aquí el realismo y la precisión de la carrera. Más bien, las formas de fusión, los trazos son significativos. La violencia es representada tanto en el tema como en la forma de pintura. Podemos sentir la energía del pintor.
• Colores: mezclar hasta el punto en que no podemos discernir empieza bien el tono. La gama de colores es variada, pero predominan los tonos cálidos. Hay algo infernal en la tabla.
• Composición: el horizonte parece inclinada, lo que aporta una sensación de incomodidad y el movimiento. Una historia se está contando en el marco, varias escenas se desarrollan simultáneamente. Aunque muchos elementos, la imagen está bien equilibrado. Hay un hueco en el centro de la trama que aporta una cierta organización.
• El cielo y el mar: elementos de la naturaleza son alarmantes, pero más hermoso. Combinar en un solo elemento.
• El barco: esta es una imagen de la fatalidad. Waves casi vio la nave, escenario de tanto sufrimiento.
• Los esclavos: Esto es una imagen del horror. Los negros son retratados tan desarticulados.Vemos las manos de un hombre negro que clama por ayuda, en el centro inferior de la estructura, la pierna de otro ahogamiento en la parte inferior derecha, atacados por extrañas criaturas. Sin embargo, vemos que la sangre colorear el mar y las cadenas salpican las aguas.
• La calma azul: esto es una imagen del perdón de los pecados. En la parte superior derecha de la obra, vemos un cuadrante del cielo azul. Después de la tormenta, llega la calma.Después de este episodio esclavos negros obtendrán su libertad.
• El pez gigante: se trata de una visión épica. En la parte inferior derecha de la imagen, vemos una criatura marina gigante, un ser legendario. No sabemos lo que va a jugar un papel en esta historia, pero su presencia hace la narración de un mito. Los mitos no son olvidados, y sus dramas se convierten en lecciones.
Más información sobre la obra:
En 2006, la BBC puso en marcha la miniserie "El poder del arte." En el episodio dedicado a Turner, el libro "The Slave Ship" se analiza y se coloca en la biografía de su autor y la historia de la humanidad. El video, con subtítulos en portugués, se puede ver aquí .

J.M.W.TURNER

 Con esas palabras Lord Byron describió en su poema Darkness (Oscuridad) la extraña bruma que se cernió sobre Europa en el verano de 1815 y que se prolongó durante al menos dos años. Una oscura cortina cubrió el cielo, los anocheceres se tiñeron de atípicos colores, tal y como lo reflejó William Turner en sus famosos cuadros. Las noches se volvieron lúgubres y el frio asoló las mermadas poblaciones que trataban de reponerse de las guerras napoleónicas.
Londres por TurnerNi aquellas guerras, que terminaron ese mismo año en Waterloo, ni la contaminación de la incipiente revolución industrial podían explicar aquella atmósfera. Las cosechas se retrasaron varios meses en 1816, ya que ni la primavera ni el verano se hicieron notar. Aquel año pasó a la historia como "El año sin verano".
Este ambiente sombrío inspiró a las figuras del Romanticismo. La tumultuosa vida que llevaba Lord Byron, le llevó a residir en  Suiza, donde, acompañado de Percy Shelley y su mujer Mary y Polidori, dieron rienda suelta a su imaginación bajo aquellas noches tenebrosas. Fruto de aquellas reuniones surgieron obras maestras del terror, como el Frankenstein de Mary Shelley.
La explicación a todo aquello estaba lejos, al otro lado del globo terráqueo. En una pequeña isla indonesia, Sumbawa. Allí se encuentra Tambora, un inmenso volcán que había estado acumulando energía durante demasiado tiempo.
El imponente volcán que podemos observar en Google Earth no es ni la sombra de lo que fue antes de aquella erupción. Se calcula que pasó de tener más de 4000m de altitud a apenas 2850m en la actualidad.Tambora
Aquella fatídica noche del 11 de abril de 1815, la vida de los habitantes de aquella isla  y algunas de alrededor llegó a su fin. Seis días antes asistieron con estupor a un extraño ruido, semejante al de cañonazos, que alertó a la población de la isla. Varios barcos locales de reconocimiento salieron del puerto. Aparentemente nada pudo explicar aquel estruendo. De vuelta al puerto, una lluvia de cenizas anticipó la erupción volcánica que acabaría derivando en una gran explosión varios días después. Una explosión de una magnitud terrible, que no tenía parangón en los últimos  diez milenios en la Tierra.
La isla de Sumbawa y su vecina Lombok quedaron sepultadas bajo un manto de cenizas con todos sus habitantes. Desconocemos si alguien intentó huir de aquel infierno por mar, pero en cualquier caso no correría mejor suerte. La ingente cantidad de lava que se depositó sobre el mar de Bali provocó un inmenso tsunami que arrasó a numerosas islas en un radio de 1500 km. Podemos hacernos una idea de la tragedia humana si recordamos la acontecida recientemente  por aquella zona en las Navidades de 2004, en este caso con motivo de un terremoto.
De la erupción del Tambora se estima que el balance de víctimas rondó los 100.000, pero los devastadores efectos de la explosión, equivalente en potencia a unas 60.000 bombas atómicas como la de Hiroshima, no quedaron ahí.
Las cenizas ocultaron el sol durante al menos tres días en 300km a la redonda y una gran cantidad de partículas de polvo (estimada en 150 millones de toneladas) fue arrojada al exterior del volcán, junto con descomunales cantidades de gases carbónicos y sulfurados y vapor de agua. Estas partículas llegaron a las capas más altas de la atmósfera. Por encima de la capa donde se forman las nubes y tienen lugar los fenómenos atmosféricos que condicionan nuestra vida. Esto provocó que ni las fuertes lluvias y nevadas que tuvieron lugar acabaran con la inmensa cantidad de partículas que quedaron suspendidas en la estratosfera.
El pequeño tamaño de esas partículas y la altura que alcanzaron propició que permanecieran en la atmósfera durante varios años, hasta que se fueron precipitando poco a poco en la superficie terrestre. Sometidos a las fuertes corrientes de aire, esas partículas en suspensión se dispersaron, haciéndose notar en todo el mundo. Tanto en la Península Ibérica como en Inglaterra, Francia o EEUU, países de los que contamos mayor número de referencias al suceso, sufrieron las consecuencias.
tempestadLa gente de nuestra sociedad occidental percibió importantes cambios climáticos a los varios meses de ocurrir la erupción. Como hemos comentado, la temperatura bajó sensiblemente y las heladas se hacían frecuentes en verano, lo que ocasionó graves daños en las cosechas. Como dato podemos asegurar que en el año 1816, en España, no se registraron temperaturas superiores a los 15⁰C y hubo nevadas en junio. Por supuesto, la información no se propagaba tan velozmente como ahora, y la noticia del cataclismo tardó medio año en llegar a la prensa inglesa. La gente de aquella época vivió un cambio climático provocado por la naturaleza, y que afortunadamente la Tierra pudo regular en pocos años.
Hoy en día los arqueólogos se afanan por recuperar información de aquella población desaparecida. No parece difícil recomponer la historia, porque allí permanece todo intacto sepultado bajo 3m de residuos volcánicos. Por todo esto, este suceso es conocido como la “Pompeya del Este”. En los primeros trabajos, los investigadores descubrieron el cadáver calcinado de una mujer, en la cocina, con una mano cerca de unas botellas de cristal derretidas.
excavacion

TURNER INSPIRADO POR CLAUDIO DE LORENA

Turner inspirado por Claudio de Lorena en la National Gallery

Jueves, 26 de abril de 2012
Turner Dido Building Carthage 500x337 Turner inspirado por Claudio de Lorena en la National Gallery
Uno de los valores seguros con que cuenta la National Gallery para organizar una exposición esTurner. Este pintor del puente entre el siglo XVIII y el siglo XIX, figura fundamental del paisajismo inglés y del romanticismo que terminó esbozando los que habría de ser el impresionismo suele atraer la atención del aficionado y no son excepciones los que reservan vuelos baratos a Londres para ver sus obras.

Joseph Mallord William Turner
 legó a su muerte dos cuadros a la National Gallery: Dido building Cartaghe (en la imagen) y Sun raising through Vapour. La única condición que puso fue que se expusieran entre obras de Claudio de Lorena, artista al que admiraba tanto que algunas de sus realizaciones primigenias parecen suyas. Es el caso de la primera citada, que puede llevar fácilmente a confusión sobre su autoría a un aficionado.
Claudio de Lorena, al igual que Canaletto o Poussin, se caracterizan por plasmar paisajes con una técnica muy personal, dotándolos de gran efectismo, ocasional languidez y perfiles difuminados por una luminosidad especial. Amaneceres y puestas de sol, barcos anclados en el puerto, marinas… Todos estos temas fueron tratados luego por Turner con un estilo similar hasta que fue evolucionando y revolucionando la pintura.
Esto es lo que trata de mostrar la exposición Turner inspired: in the light of Claude, que traducido explica directamente en qué consiste: Turner inspirado: en la luz de Claude [de Lorena]. Será en la afamada pinacoteca de Londres hasta el 15 de junio.

Las atmósferas de William Turner

"Lo único que importa es dar una impresión ". William Turner

Joseph Mallord William Turner es considerado generalmente como un artista que, por su "modernidad", se sitúa al margen de otros pintores de su época. Mientras que Inglaterra pasa sin transición de los artificios del "Gran Estilo" del siglo XVIII a la minuciosidad obsesiva del realismo de mediados del siglo XIX, Turner persigue su propia visión, totalmente independiente. Explorando un mundo hasta aquí insospechado de luz y de color, se adelanta al impresionismo. En la claridad del sol, sus pai­sajes luminosos se desintegran. Este pintor prefigura incluso el arte abstracto del siglo XX en su afán por recha­zar las formas más evi­dentes de representación. 


La obra de William Turner y la música de Enya


Se trata de una magnífica concepción del artista. Una imagen que cuadra per­fectamente con la teoría modernista, según la cual todos los grandes artistas a través de la Historia se han anticipado al arte moderno. Pero la verdad es algo diferente. El genio de Turner es muy grande, pero no de la manera que a veces se imagina. Nace en 1775, en el umbral del último cuarto del siglo XVIII. Es un joven hombre precoz que, desde la edad de veinticinco años, domina la técnica de su modo de expresión privilegiado, la pintura del paisaje. Perfectamente formado en las maneras de ver propias del Siglo XVIII, se suscribía a las teorías admitidas sobre el arte, y a aprender a explotarlas al máximo. 



Turner admiraba enormemente a uno de los más eminentes teorizadores del arte de este período, el retratista sir Joshua Reynolds. Como él, cree que el gran arte no es más que la expresión de la grandeza majestuosa del universo, y de lo que es noble y elevado en la naturaleza humana. Siguiendo su ejemplo, piensa que un pintor serio debe describir lo que hay de sublime en la naturaleza o en las acciones humanas. Pero, con­trariamente a Reynolds, rehúsa admitir que única­mente la representación de personajes a gran escala per­mite encarnar estas ideas. Dirigió durante toda su vida una ferviente campaña a favor de la pintura del paisaje inglés. Quería así probar que los ingleses podían aportar una contribución significativa a la tradición establecida por los grandes maestros europeos de los siglos XVI y XVII. Sus obras constituían los fundamentos sobre los que ellos debían construir: los magníficos principios de Tiziano, de Rembrandt, de Poussin y de Claude le Lorrain eran las bases de la visión de Turner. Su mayor ambición fue continuarles y superarles si fuera posible. 




Esto no le impide en absoluto observar asiduamente la naturaleza. Dibuja sin cesar en cuadernillos. A su muerte, en 1851, dejó más de trescientos. Durante toda su vida, casi todos los veranos, no cesa de recorrer Inglaterra, el País de Gales y Escocia, o de viajar por Francia, Suiza, Alemania e Italia, recogiendo el material para las acuarelas y las pin­turas al óleo que pintaría en su estudio en Londres durante el invierno. La Royal Academy organizaba una exposición todas las primaveras. Expone allí regularmente sus obras, comenzando por una acuarela que pintó a los quince años, en 1790. Se pasa a continuación a la pintura al óleo (1796). Después, expone hasta media docena de cuadros casi todos los años hasta su muerte. La Acade­mia (de la que Reynolds fue primero presidente) jugaba un papel importante en su proyecto: simbolizaba la fraternidad de los artistas ingleses, el grupo motor que debía catapultar a Inglaterra en el pelotón internacional de las grandes escuelas de Pintura. 






Allí se sentía como en su casa. Es su casa, en parte, quizá, porque no había tenido verdaderamente el sentimiento de la familia. Su madre había perdido la razón cuando él todavía no era más que un niño, y moría en un asilo en 1804, Su padre, originario de Devonshire, se había establecido como barbero en Covent Carden, en el centro de Londres, donde había nacido Turner. Padre e hijo llegaron a ser amigos muy próximos tras la muerte de la madre; "Daddy" es, a la vez, cocinero, jardinero y asistente del estudio de Turner. Los dos hombres viven en cariñosa colaboración hasta la muerte del padre en 1829. Turner encuentra entonces una amante, Hannah Danby, con la que tiene dos hijas; ella se encontrará más tarde relegada al papel de simple criada en su domicilio londinense de Marylebone. Él jamás le reconoció públicamente otro status que el de criada. No reveló a nadie, ni siquiera a sus amigos más íntimos, que tenía una familia. 


Hacia la edad de cincuenta años, encuentra el consuelo y el cariño junto a Sophia Booth, una viuda que instala en su casa, a orillas del Támesis, en Chelsea, donde vivirá de incógnito los últimos años de su existencia. Había encontrado a Sophia en Margate, un balneario donde le gustaba pasar una temporada. Las puestas de sol en esta parte de Kent, en el extremo sureste de Inglaterra, se contaban, en su opinión, entre las más bellas del mundo. Su gusto por los efectos grandiosos de las inclemencias climáticas, de la montana y de la tempestad está en perfecta armonía con su deseo muy del siglo XVII de pintar paisajes "sublimes" que exaltan el alma y reflejan las más altas emociones del hombre. Los Viejos Maestros habían tomado prestadas historias de los autores clásicos, inspirándose en Homero o en Virgilio o en la Biblia, para dar un mayor peso "histórico" a sus paisajes. Turner hace lo mismo; había leído igualmente mucha poesía, lo que le había dado una cultura literaria en este campo y proporcionado una selección innumerable de temas. 



Llegó, incluso, a escribir poemas (interminables tira­das, la mayoría incompren­sibles, garabateados en las páginas de sus cuadernillos de croquis). Se han expuesto numerosos cuadros suyos con leyendas en verso destinadas a darles un signi­ficado más amplio. Éstas figurarían junto a los títulos en los catálogos de la Academia: Turner citaba la Iliada de Homero; la Eneida, de Virgilio; El Paraíso Perdido, de Milton e, incluso, sus propias obras poéticas. 



Es elegido miembro de pleno derecho de la Academia desde la edad de veintiséis años. Las primeras obras que expone allí pretendían, esencialmente, impresionar a sus colegas pintores por su deslumbrante dominio técnico: a menudo eran de grandes dimensiones y abordaban los temas más grandiosos. Entre ellos, figuraban La Quinta Plaga de Egipto (seguida poco después de La Décima), El Diluvio (el diluvio de Noé) y, en 1812, esta visión apocalíptica del hombre ambicioso enfrentado a la naturaleza hostil: Tempestad de Nieve: Aníbal y su Ejército atravesando los Alpes. Para una ambición tal, la Academia no podía proporcionar espacio suficiente. 



A principios del nuevo siglo, Turner compra una casa en el West End en Londres, donde puede montar su propia galería, Es allí donde expone durante nunerososos años, presentando pinturas y acuarelas, se convirtió en una de las atracciones de Londres para los amantes del arte, que continuarían visitándola, desafiando la arisca acogida de su propietario que vive allí, recluido. 
El deseo de Turner de pintar aspectos de la naturaleza jamás abordados antes en pintura alimentó una multitud impresionante de expe­riencias-croquis en acuarela, en interminables hojas de papel; estudios al óleo de las olas, las nubes y de la luz del sol en el mar sobre un número incalculable de tejados. 




Si fue incomprendido y burlado en su vejez, es quizá tanto porque estaba anticuado como porque se encontraba por delante de su tiempo. Para una generación habituada a admirar pinturas altamente acabadas, al dibujo riguroso, las tentativas de Turner para describir la lluvia, la bruma y la tempestad debieron parecer de una imprecisión intolerable. Pero, en realidad, sus pinturas de la luz y de la atmósfera eran todo salvo imprecisas, o "indistintas" como le de­ploraba su primer mecenas americano, James Lenox. Eran precisámente una representa­ción fiel de "aquello a lo que se parecía": Turner utilizó esta expresión cuando pintó su Barco a vapor en una tempestad de nieve a la entrada de un puerto, asegurando que se había hecho atar al mástil del navío para observar el efecto producido. 







Un hombre, sin embargo, supo apreciar el talento del pintor en su justo valor: el joven John Ruskin, que defendió a Turner con pluma apasionada contra sus numerosos críticos, y que continuó publicando cinco enormes volúmenes alabando a aquel que consideraba como el más grande pintor moderno. Es sobre este estudio que se construye la reputación ulterior del artista, y aporta todavía hoy un testimonio decisivo sobre el arte de Turner. Ruskin ofrece de Turner uno de los estudios de carácter más contundentes, un retrato perspicaz y benevolente que hizo mucho para contrarrestar la opinión común que veía a este artista como un ser inculto, frustrado y misántropo. 







Se puede admiraren profundidad la obra de Turner en Londres en la Clore Gallery, en la Tate Gallery y en la National Gallery que aloja su importante legado de trescientas pinturas y varios miles de obras sobre papel. También está bien representado en las colecciones americanas, en particular en la National Gallery de Washington, en el Yale Center de British Art y en el Indianapolis Art Museum.









J.M.W. TURNER

El pintor que quiere ganar fama en su arte procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe, y de esta regla corre por todos los demás oficios. CERVANTES
Paz - Entierro en el Mar - 1842La doble cara atribuida al mar de amigo generoso y enemigo implacable ha sido, en todos los tiempos, fuente de inspiración de muchos artistas que buscan, no sólo en sus aguas sino en todo lo que le rodea, la variedad de imágenes que brindan tanto un mundo de belleza, riqueza, emoción y placer, como de peligro, incertidumbre, muerte y dolor. El océano tiene tal fuerza de persuasión o de ambientación que empapa de su peculiar sabor a todos los que se relacionan con él; no en vano en su inmensidad sobrecogedora está el origen de nuestra vida y del mundo en el que habitamos. Al contrario que el paisajista, el marinista no puede repetir su visión sobre un fondo siempre cambiante, ni tiene el recurso de incluir una casa o un árbol en primer plano, por lo que debe pintar la mar en bandas alternativas de luz y sombras: los holandeses comenzaron a destacar el primer plano con botes o pescadores; Van de Velde el Joven, rompió la línea del horizonte con una nave en la lejanía, lo que tuvo buena acogida entre otros marinistas como Turner, condicionados en su obra por clientes muy exigentes con los detalles. Para los británicos, la llegada de los Van de Velde supuso la entrada en las islas del espíritu de un arte que vivía su época dorada nada menos que con Rembrandt, Vermeer, Franz Hals, junto con Van Goyen, Ruisdael, Cuyp, Van de Capelle y otros grandes marinistas. Éste hecho supuso el nacimiento de una escuela, que tuvo un dilatado y floreciente periodo, alentada por la vocación marinera inglesa.
IncendioHasta fines del siglo XVIII, la pintura marítima era demandada por gentes afines a ésta actividad, y se centraba en retratos de buques y acciones de guerra; pero, a partir de este momento, coincidiendo con el romanticismo, hizo su entrada el paisaje marino, de la mano de algunos artistas que lo tomaron como tema central de su obra; y es el tiempo en que Joseph Mallord William Turner (1775-1851) se alza en el pináculo de tal especialidad. Considerado como uno de los mejores paisajistas de la historia del arte, el mar fue el tema principal de su obra. Llegaba incluso a mandar que lo amarraran al palo de su barco, para captar los detalles de la mar embravecida y del cielo de tormenta. Sobre la influencia que tuvieron sobre él los marinistas holandeses, se cuenta que Francis Egerton, tercer duque de Bridgewater, le encargó un cuadro que hiciera pareja con una obra de Van de Velde el Joven, Un temporal en ciernes. Y la respuesta de Turner fue Barcos holandeses en un temporal.
Turner zarpa de Londres con rumbo a museos del mundo
William Turner - AutoretratoDurante varios meses, los cuadros de Turner han podido contemplarse en las principales pinacotecas del mundo, lo que ha permitido que se haya podido disfrutar de su pintura a través de una gran exposición viajera, dedicada a este pintor británico, uno de los maestros más reconocidos del arte universal y, uno de los pintores marinistas más destacado de todos los tiempos. Una anécdota del escritor John Ruskin -íntimo amigo de William Turner- refleja muy bien el estilo personal del pintor. Al parecer, un crítico recriminó al artista porque éste no reflejara los ojos de buey de unos barcos en una de sus pinturas. A lo que Turner replicó que, en el momento en el que él había pintado el cuadro, los barcos se encontraban a contraluz y, por tanto, los ojos de buey no eran visibles. Contrariado, el crítico argumentó: de acuerdo, pero sabe usted bien que los barcos tienen ojos de buey. Entonces Turner respondió: Sí, pero yo me dedico a pintar lo que veo, no lo que sé.
Una tercera parte de sus óleos tienen por tema central el mar y sus orillas, y la vertiente marinera de su arte adquiere aún mayor importancia si contamos también sus acuarelas y grabados. Turner inició su carrera con el envío de su primer óleo a la Royal Academy: Pescadores en el mar, una pintura ambiciosa, muy lograda, y un claro intento de igualar a los maestros en los que se inspiró. Aparte de basarse en sus antecesores, quiso adquirir experiencia directa del mar, con el que tuvo un primer encuentro durante una visita al puerto de Margate y, en 1790, viajó a la isla de Wight, lo que le proporcionó las ideas básicas para la que fue su primera obra. Las guerras napoleónicas, dieron a Turner una idea clara de la importancia que tenía para Gran Bretaña el dominio del mar, avivando sus sentimientos patrióticos en los temas de sus lienzos y resaltando las hazañas de sus marinos. Tres de sus grandes obras, las dedicaría al triunfo de Nelson en Trafalgar.
Ulises burlando a PolifemoLa vida de Turner coincide con la irrupción del Romanticismo, lo que supone un cambio radical en la actitud de los artistas hacia el mar, que comienza a verse como una fuerza de la naturaleza capaz de suscitar sobrecogimiento, respeto y temor: impresiones que se mantendrían hasta aproximadamente 1830, habiéndose iniciado el proceso de cambio cuando, a finales del siglo XIX, por primera vez se pregonaron los efectos saludables de los baños de mar, lo que Turner pudo comprobar durante sus frecuentes visitas a las localidades balnearias de Margate y Brighton.
Respecto de su forma de representar las figuras de las naves, hubo expertos navales que, con frecuencia, se mostraron muy críticos, a pesar de que el artista se esforzaba por precisar en su obra los detalles de los mismos, lo que le llevó a adquirir planos, instrumentos y modelos de barcos en los que inspirarse. Material conservado en la actualidad que revela su fascinación por el mar, las costas, los barcos, los uniformes y la actividad de los marinos. Al poco tiempo de aparecer los buques a vapor incorporó sus figuras a sus lienzos, aunque hasta 1842 no los hizo objeto central de los mismos. Los naufragios y la pérdida de vidas humanas en el mar fueron temas permanentes en sus pinturas.
Un testamento no respetado
Gran Canal de VeneciaHaciendo una selección de sus principales cuadros, en los que el mar y los barcos fueron su tema central, podemos iniciarla con la que es considerada como su pieza maestra: “El Temerario remolcado a dique seco”, pintado en 1839, depositado en la National Gallery de Londres. En el año 2005, el Temerario fue escogido como el mejor cuadro inglés, en una votación pública organizada por la BBC. El lienzo de Turner es una visión insólita de los protagonistas del mar, pues en vez de mostrar un glorioso navío en su máximo esplendor y plenitud, el pintor rinde homenaje al valiente Temerario, describiendo el último pasaje de su vida; su viaje hacia el desguace, en el que la puesta de sol y la luna creciente son los elementos claramente simbólicos que marcan el final de su vida. Paz - exequias en el mar (1842, Londres, Tate Gallery), está dedicado a la memoria del pintor y rival de Turner, Sir David Wilkie. A bordo del vapor que le traía de regreso de su viaje a Palestina, el 1 de Junio de 1841 fallecía Wilkie, gran amigo y colega de Turner. Llegado al puerto de Gibraltar, el navío se ve obligado a seguir su camino al no poder atracar ante el temor de las autoridades por la peste desatada en el Próximo Oriente, por lo que el escocés es sepultado en el mar. Como homenaje a su amigo, Turner pinta la escena. Como contrapunto, el británico mostró magistralmente el poder violento del mar, como en 1840, lo hiciera en el Barco de Esclavos. El amanecer con monstruos marinos (1845, Londres, Tate Gallery) es una de las obras de su última etapa. Las formas de los monstruos apenas son perceptibles en medio de la omnipresente atmósfera marina. La cualidad casi divina de la luz refleja las teorías de Turner de considerar el sol como el centro de toda vida. Algo parecido a lo que ocurre en Un yate acercándose a la costa (1845-50, Londres, Tate Gallery).

William Turner - AutoretratoTurner no sólo quiso subrayar la importancia de los temas marinos en su arte, sino que había algo en su carácter y en su presencia física que inducía más a tomarle por un experto marino que por un pintor, hasta el punto de que compró una casa en Chelsea, en la que vivió una larga temporada con Sophia Boot, haciéndose pasar por almirante retirado. En 1850 expuso por última vez en la Royal Academy. Enfermó en Octubre de 1851 murió el 19 de diciembre de ese año, en este lugar, a la edad de 76 años. En su testamento legaba a la nación inglesa sus cuadros finalizados, con la condición de que, tras su fallecimiento, en el plazo de diez años se construyese un museo Turner para albergar la colección. De lo contrario, los cuadros deberían ser vendidos. No se construyó el museo ni se vendieron los cuadros y, tras más de un siglo de indecisiones, el legado Turner, constituido por 320 óleos y más de 19.000 acuarelas y esbozos que había en su estudio tras su muerte, se ha recopilado y expuesto en un edificio anexo a la Tate Gallery, conocido como Clore Gallery, que fue inaugurado por la reina Isabel II en Abril de 1987. Y de allí, y de otras pinacotecas, estos meses pasados han viajado a los principales museos del mundo, en donde Rubens, Velázquez y Canaletto, entre otros muchos, dieron una calurosa bienvenida a los lienzos cargados de poesía visual, obra del hijo de un barbero que se convirtió en un genial pintor.
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