jueves, enero 03, 2013

TURNER



El ocaso del imperio de los faraones, que abarca el último milenio previo al nacimiento de Cristo, ha sido visto con frecuencia como el periodo de la decadencia cultural egipcia, algo que aspira a desmentir esta exposición.
El museo Jacquemart-André exhibirá una muestra del arte concebido durante el reinado de las últimas dinastías faraónicas, en la que intenta dar a conocer la riqueza y la profusión de las obras de esta época.
"Existe una gran distorsión sobre este periodo en la percepción del público, que identifica decadencia política con falta de interés desde el punto de vista artístico", explicó a Efe el conservador del museo, Nicolas Sainte Fare.
Por el contrario, subrayó, fue una época de "esplendor cultural" como demuestran las 120 piezas que componen la exhibición provenientes de más de una decena de centros de todo el mundo, desde el British Museum de Londres y el museo egipcio de Berlín al Louvre parisiense.
Entre las obras expuestas, cuidadosamente seleccionadas por el egiptólogo Olivier Perdu, se encuentran joyas como la "Cabeza Verde", busto de origen desconocido tallado en la época de la dinastía Ptolemaica (del año 305 al año 30 antes de Cristo) que representa con enorme realismo el cráneo de un sacerdote.
Perdu, también comisario de la exposición, ensalzó la que considera "una de las mayores obras de arte egipcio", por su factura, la limpieza del grabado y el naturalismo conseguido en los rasgos de la cabeza, donde se aprecian las pequeñas malformaciones del cráneo o las arrugas propias de la edad del representado.
"Es además una característica genuinamente egipcia", añadió Sainte Fare, al apuntar que tal realismo no se encuentra ni el arte griego ni en el romano, contemporáneos de esta obra.
El conservador resaltó también que pese a tratarse de una época en que la tierra de los faraones era objeto de continuas invasiones por otros pueblos, en lugar de influir estos en el arte egipcio, ocurrió justo lo contrario: los artistas del Nilo dejaron su impronta en otras civilizaciones, como la persa o la romana.
Asimismo, las formas del cuerpo humano, que ya habían sido exploradas en siglos anteriores, cobraron protagonismo en esta época, con estatuas en las que puede apreciarse la anatomía femenina con todo lujo de detalles, desde la voluptuosidad de las formas hasta detalles como el vello corporal.
De esta forma sale a relucir una naturalidad inédita en un arte tradicionalmente definido por el hieratismo y la rigidez de sus gestos, sin por ello renunciar a una cierta idealización de la fisonomía.
La belleza de las obras expuestas parecía algo impensable para esta época, a juicio del conservador, quien admitió haber quedado sorprendido él mismo por la calidad de las obras de este periodo.
Además de revelar una variedad inusitada de estilos artísticos, la exposición desmonta, según Sainte Fare, "otro de los grandes mitos sobre la cultura egipcia", que la civilización de los faraones fue inmutable.



TURNER


WILLIAM TURNER: LA EXPERIENCIA DE LA PINTURA.
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Lo supremamente sublime no puede existir sin enigma.
John Ruskin.
UNA INTERROGANTE.
¿Cuántos espectadores pueden identificar el autor de la imagen que encabeza estas líneas? Seguramente muchos, incluso aficionados al arte, se sorprenderán si les digo que es una pintura de 1840. ¿Cómo es posible que se realizase una pintura prácticamente abstracta a mediados del siglo XIX cuando, según dice la Historia del Arte, la primera abstracción fue hecha por Kandisnky en 1910?
Esta pintura, Crepúsculo sobre un lago, es un óleo sobre tela de 91×122 cm. ( siempre se ha de señalar el material, el soporte y las dimensiones cuando se habla de pintura), fue elaborada por J.M.William Turner ( 1775-1851), en la fecha antedicha, bajo una fundamental preocupación e intencionalidad artística: plasmar los efectos de la luz y el color, que en realidad son una misma cosa, en el espectador . En esta obra Turner no representa ningún tema sino que el tema es la luz. El resultado es una, para la época, sorprendente y revolucionaria pintura, compuesta fundamentalmente por manchas, que precisan de una visión activa por parte de quien la observa para su comprensión. Así pues es un arte que formula una fundamental interrogante al espectador sobre la forma de ver.
LA ÉPOCA
William Turner no llega a esta solución- o mejor dicho disolución- de las formas intencionalmente sino como resultado de un intenso y continuado trabajo a lo largo de más de cuarenta años.. Cuando comienza a pintar, muy temprana- a los doce años- y sorprendentemente, pues es nieto de carnicero e hijo de peluquero- en la última década del siglo XVIII, se entiende oficialmente en Europa que la máxima expresión en arte es la pintura histórica o el retrato y, tanto en el caso de estos géneros, como en el del paisaje, que era considerado un arte menor, lo que se valoraba era la reproducción de la realidad aparente aunque idealizada. Se entendía así porque se apreciaba sobre todo un orden y una racionalidad derivadas directamente del pensamiento clasicista- De hecho, dentro esta idea comienza nuestro artista, pues su máximo referente desde un principio fue Claude Lorrain,uno de los más ínclitos clasicistas, cuya obra, por cierto, le dejó profundamente emocionado .
Y desde entonces Turner pinta compulsiva, incansablemente,- a su muerte se hallaron en su estudio cerca de veinte mil pinturas, dibujos y esbozos – siempre acompañado y esto es importante , de un bloc o álbum de dibujos en los que plasma, a la acuarela , los paisajes y arquitecturas que se encuentra en sus constantes viajes. Es decir que anota directamente las sensaciones que recibe de la naturaleza. Es aquí donde comienza la revolución: hasta éste momento se ha considerado la acuarela un buen medio para tomar apuntes, pues se ha de tener en cuenta que los óleos en tubo no aparecen hasta la segunda mitad del s. XIX, lo que permitirá a los impresionistas pintar au plain air .Turner convierte las acuarelas – que en la Tate se guardan como oro en paño – en obras completas, no meros esbozos . Aprovecha la transparencia y las veladuras de la acuarela para reproducir los efectos atmosféricos, lo que le convierte sin duda en precursor del impresionismo .

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